Digo día X, porque la verdad es cualquier día de estos que hemos vivido o vamos a vivir. ¿Hasta cuándo? No lo sé, pero estoy segura de que yo no soy la única. En este periodo he aprendido mucho. He aprendido a escuchar más allá de lo que creía podía escuchar. He escuchado desde el fondo del alma, desde lo inaudible a cada una de las personas con las que he trabajado virtualmente y ha sido un tema maravilloso. Digo maravilloso, pues yo era de aquellas personas que decía (paradigma o creencia inhabilitante), que para escuchar bien era indispensable el contacto físico y que si no estaba esa condición, no era posible. Que irónico pues uno de los aprendizajes actuales es conectarse si o si desde la virtualidad. Realmente no fue fácil para mí, ni fue en un abrir y cerrar de ojos... Efectivamente tuve que hacer un esfuerzo “extra ordinario”(primero conectar con la computadora y hacernos amigas…) para poder conectar de verdad, verdad. Para conectar y lograr que la persona se sienta que está en el mismo espacio, que está cuidado, que nos estamos moviendo los dos. Un esfuerzo mayor para lograr sentir esa conexión que va más allá de una pantalla. Para vernos como seres humanos con necesidades, miedos y esperanzas. Cada uno moviéndose desde donde se puede y sabe moverse. Sin juicios de bueno o malo, sino sintiéndonos y acompañándonos. Tal como lo tenemos que hacer en estos momentos.
He trabajado en estos días con personas de todos los niveles y me he dado cuenta de que estamos en las mismas, con una gran incertidumbre sobre el posible resultado. Así que me he puesto ha reflexionar sobre cuál es realmente la diferencia, si no importa el nivel jerárquico (en todo sentido). La verdad, lo único que he encontrado es lo siguiente: como se conectan consigo mismas y con las circunstancias. Esa conexión es de libre elección. Aquellas personas que juegan a ser víctimas se la están pasando peor. Ellos esperan a que pase la crisis, a que el gobierno, a que el jefe, a que papá o mamá puedan resolver el tema por ellos y para ellos. Versus aquellos que juegan a ser protagonistas de sus vidas. De ahí se desprenden muchos temas que hablaremos quizás en otros escritos.
Por ahora, podemos decir las víctimas no tienen el control de si mismos, los protagonistas lo tienen. Entonces les pregunto: ¿desde donde se están conectando? Y la verdad la diferencia es contundente, los unos desde el miedo y los otros desde la esperanza. Cuando les pregunto a “los protagonistas”: ¿ha pensado realmente de qué tienen control en estos momentos? Me responden: "de nada, de nada afuera, pero del ¡cómo reacciono ante las circunstancias, si"!
Entonces si esta es la respuesta, yo quiero que interpretemos el primer mensaje: Todos confinados en sus casas, no saldrán sino para lo estrictamente necesario. No les parece “extraño” que este virus nos haya enviado a quedarnos adentro de la casa? Sí, adentro. Si yo lo interpreto bien…. lo que tendríamos que hacer, es igual entrar a esa casa, ¿a cuál? A la nuestra, a nosotros mismos y conectarnos con nosotros mismos, ver que está pasando ahí dentro, ¿Cómo está el orden? ¿La limpieza? ¿Pureza y bien-estar propio? Ahí esta la clave.
Y como en la vida real, si vemos que algo no está en orden, pues lo ordenamos. si vemos que algo no nos gusta, pues lo quitamos. Si vemos que algo no nos sirve ya, pues nos deshacemos de eso. Esto para mi equivale a entrar en nuestra mente, en nuestros pensamientos, revisar nuestras creencias, paradigmas, comportamientos y conductas habituales y desde ahí empezar a ser conscientes de qué tanto bien nos hace seguir en piloto automático o quizás qué cambios tendríamos que hacer para nuestro bienestar e integralidad. Obvio, no va a ser fácil cuando muchos de nosotros crecimos con el dicho “mijo mas vale malo, que bueno por conocer” por nombrar sólo uno de tantos con los cuales crecimos.
Crecimos con la creencia de que lo que era, era y punto: a no arriesgar por si acaso. Creo que la vida nos está dando un regalo inmenso, con el cual podemos hacer maravillas, entrar a revisarnos y por qué no, reinventarnos.
Sin embargo, reinventarnos requiere valentía, requiere hacerse un montón de preguntas que nos pueden confrontar y quizás hasta doler. Nos da miedo, mucho miedo, pues no estamos acostumbrados a cuestionarnos en profundidad a nosotros mismos. Me pregunto: en un momento como este, nunca imaginado, ¿no valdrá la pena hacer el ejercicio? Creo que sale mucho más costoso seguir dormidos. ¡Ojo! No estoy proponiendo botar todo por la borda, estoy proponiendo hacer un ejercicio de reflexión personal (dado que tenemos el tiempo) y ver en dónde tenemos que trabajar, ¿qué tenemos que soltar y aprender? Esto, aunque sea por el solo hecho de salir fortalecidos y más parados que nunca en nuestros propios pies. Les prometo que lo vale, somos lo más preciado que podemos llegar a tener en esta vida. Por eso…¡ volvamos a conectar!
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